por Pablo Solón
El futuro yace en el pasado. Aquello que sucedió está recién por venir. La idea de que podemos cambiar todo y salvar al mundo en el último minuto es emocionante en las películas, pero no funciona en la vida real. Esto se aplica en particular a temas como el cambio climático, donde las consecuencias de lo que hicimos el siglo pasado comienzan a sentirse hoy y lo que seguimos haciendo determinará el mañana.
Este principio se aplica también a las negociaciones del clima. Lo que ahora está en la mesa de negociaciones después de las reuniones celebradas en Ginebra del 8 al 13 de febrero del presente año, definirá el alcance y la gama de posibilidades para el futuro acuerdo climático que será adoptado en diciembre en Paris, en lo que se conoce como la COP21. Sigue leyendo